Claves para invertir en este 2020

Frente a las turbulencias nacionales e internacionales se impone la prudencia. En 2020 no son recomendables las aventuras, sino los refugios.

El año que arranca no será, a priori, precisamente luminoso para los inversores. No parece que haya que esperar ni colores, ni alegría, ni luz. Al contrario. Todo apunta a un retorno a la penumbra y el invierno. En la gramática económica, eso significa invertir en las habituales escolleras donde se refugia el dinero cuando en el horizonte enfilan tormentas. Acciones que den una elevada rentabilidad por dividendo, compañías que tengan sus ingresos en el mercado propio (inmunes a la guerra comercial entre Donald Trump y el planeta), metales preciosos (sobre todo oro) y divisas con tradición de refugio, como el franco suizo. En suma: inversiones clásicas en tiempos inciertos.

El 3 de noviembre de 2020 se celebrarán las elecciones presidenciales estadounidenses, el Brexit aún tiene que decidir si será de granito o caliza, el petróleo de Oriente Próximo es un polvorín con una mecha enterrada en las arenas y la desigualdad y su ira (Chile, Argentina, Hong Kong, Bolivia, Colombia) giran como derviches por el mundo. En esta geografía en constante inestabilidad hay que blindar el dinero. Los españoles sienten la llegada de los aires recios. La tasa de ahorro de los hogares ya es la más alta en una década. Es un anticipo de lo que vendrá. “El año 2020 será complicado. El mundo se ha frenado y España también”, avisa el economista José Carlos Díez.

Llega la fatiga. Si la Bolsa estadounidense es la que enciende y apaga la luz de las finanzas del planeta, hay motivos para desconfiar. “Está en máximos históricos y vértigo me da”, reconoce Emilio Ontiveros, presidente de Analistas Financieros Internacionales (AFI). Propone un cambio. Revisitar eso que los economistas llaman megatendencias. “Invertir en longevidad (desde la sanidad a servicios para ancianos), digitalización (blockchain, inteligencia artificial, análisis de datos) y todo lo que tenga un sello verde”, aconseja Ontiveros. En el fondo, nada muy nuevo. Aunque la estrategia más innovadora sea ese paisaje sostenible, traducido en empresas o fondos que respondan a la emergencia climática.

La inversión en empresas o fondos con sello verde es una de las estrategias para el nuevo año

Otro año más hay que despedirse de las posibilidades que ofrece el dinero en el banco: en 2020 seguirá sin rentar, algo casi imposible con tipos negativos. Son malas noticias para los ahorradores. Por otra parte, las entidades financieras cobrarán al usuario por todo, desde las transacciones digitales hasta la custodia del dinero, especialmente a los saldos altos. Por eso hay quien levanta muros. “El beneficio está en la Bolsa, no en la renta fija [deuda emitida para financiarse por Estados y empresas]. Compañías que den dividendos sostenibles y trabajen en sectores globales y poco cíclicos [ajenos a la coyuntura económica]”, defiende Víctor Allende, director ejecutivo de Banca Privada de CaixaBank. Pero no todas las Bolsas son iguales. “La estadounidense está muy cara y nuestro destino es la renta variable europea —acciones y fondos—”, apunta Natalia Aguirre, directora de estrategia de la entidad financiera Renta 4.

Las opciones son escasas. La deuda pública —las famosas letras, obligaciones y bonos del Tesoro— solo gana dinero en ese arca de los recuerdos que es la memoria. En España hace falta invertir a más de siete años para superar el 0% de rentabilidad. El mercado entona su letanía. “A medio plazo, la opción son acciones muy diversificadas y subirse al carro de las megatendencias”, plantea Roberto Scholtes, responsable de estrategia del banco privado UBS en España. Una vez más: transición energética, envejecimiento de la población, países emergentes. Una vez más, empresas con buenos dividendos: Ferrovial, Repsol, Iberdrola, Mapfre, Telefónica, Bankinter, ACS. Viejos conocidos.

“La antigua economía puede comportarse mejor que la nueva economía”, matiza Luca Paolini, estratega jefe de la gestora Pictet AM. Pero hay algunas querencias del viejo capitalismo que no cambian. “El principal riesgo para los inversores este año es que Elizabeth Warren se convierta en la candidata del Partido Demócrata a la presidencia de Estados Unidos”, alerta un análisis de la gestora Fidelity International. Subir los impuestos a los millonarios y las grandes corporaciones, dividir algunas tecnológicas que están descontroladas —pensemos en Facebook— y exigir, por ley, que las empresas demuestren un beneficio social. Esto, que defienden decenas de millones de personas, es para el mercado una afrenta de cemento y mortero.

El ladrillo —una pasión española— tendrá un despertar suave en la realidad. Los precios de venta se moderan y el negocio recupera sus principios. Casas, plazas de garaje y locales comerciales bien situados. Regresa el tirón de la obra nueva y el dinero habita en tres “s”: situación, situación, situación. Adiós a esa soledad de los números indivisibles. La vivienda para alquilar —calcula Luis Corral, consejero delegado de la consultora Foro Consultores— puede conseguir una rentabilidad anual de entre el 4% y el 5%. Por debajo de las plazas de garaje (7%), pero cerca de los locales comerciales (del 3% al 6%). Todos, eso sí, situados en cascos históricos o céntricos. La vivienda periférica o rural apenas subirá como la inflación. Entre un 1% y el 2%.

Mientras, en la discreción de las galerías y las subastas, aquellos que forman parte del atrincherado club del 0,1% de los habitantes del planeta que pueden comprar arte al igual que trofeos buscarán artistas mujeres, creadores infravalorados y procedentes de minorías. “Estos días se persiguen novedades, descubrimientos, es decir el arte como revelación”, sostiene Jorge Pérez, coleccionista radicado en Miami y uno de los latinos más ricos del mundo, con un patrimonio personal —acorde con la revista Forbes— de 1.800 millones de euros.

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